domingo, 23 de marzo de 2014

Memorias de una Lectora Promiscua.

Memorias de una Lectora Promiscua.


Pasos a seguir para ser un buen Lector Promiscuo.

1.      Adquirir un libro de su interés (prestado, comprado, en línea, da igual), y empezarlo cuanto antes.
2.      Comenzar a leerlo en todas partes, el transporte público, antes de dormir, durante la comida, mientras evade usted las responsabilidades, etc.
3.     Enamorarse de otro libro (amor a primera vista, amor “lo vi en barata” amor “lo bajé gratis” amor “me adoran y me lo regalaron”.
4.      Ya que ha repetido usted el paso uno, continúe con los siguientes pasos de la lista.

promiscuo, cua.
(Del lat. promiscŭus).
1. adj. Mezclado confusa o indiferentemente.
 (Cf. RAE).

Soy una mezcla de libros, eso es lo que soy. Si contara todos los libros que he empezado y que me observan con rencor desde mi librero, seguramente sería asesinada por un sinfín de literatura despreciada. No es algo que controle, mucho menos algo que desee, simplemente pasa, un libro llega a mis manos y no puedo parar hasta terminarlo -y en algunos casos así es-, pero en otros, un libro salvaje aparece y repito los pasos ya citados antes.

¿Por qué simplemente no los termino antes de empezar uno nuevo? Simple, la mayoría de los casos no quiero acabarlos, no estoy de humor para terminar ese libro en particular, tengo carga académica y falta de tiempo, por  mencionar algunas razones.

Quiero saber cómo terminan y a la vez no –por maniático que se lea- y  es que no hay nada peor que no saber qué será de tu vida una vez que lo termines, o que tengas que esperar a que salga el siguiente. Sí, la vida sigue… ¿pero mientras, qué?

Otra razón por la que a veces no los termino es porque  no son de mi total agrado. Sí, lamento decirlo, pero hay cosas que simplemente no merecen ser leídas, es decir, cada quien elige qué leer y de qué abstenerse.
Si me dieran una moneda cada vez que me da cruda literaria, seguramente podría pagar los libros que veo con tristeza desde afuera de la librería. Sí, otra razón por la que no los termino es por la bien llamada “cruda literaria”. Tristeza, ansiedad, nihilismo absoluto, es como ver La tumba de las luciérnagas y querer aventarte desde lo alto de un edificio. O como diría José Alfredo Jiménez “la vida no vale nada”. Y no escribo todo esto porque me esté justificando, simplemente quien se haya hecho bolita después de terminar un libro y no haya querido salir de su posición fetal durante un tiempo, me comprenderá.

Creo que debería de empezar a hablar de las ventajas de ser un Lector Promiscuo, porque sí, sí las hay.
Existe toda una gama de universos, personajes, épocas, sentimientos, lugares. Es como darte una zambullida en Sicilia y salir en Eretz y contemplar a los ángeles. Leer varios libros a la vez te aleja de toda preocupación o problema, y al menos por unos instantes, puedes volar sin alas y caer sin que te duela.

Pero la advertencia que compete a todo Lector Promiscuo: Pon atención –verdadera atención- a lo que lees.  No vaya a ser que comiences a fusionar historias –y sí, los crossover son interesantes, en la mayoría de los casos- pero puede pasar que después ni siquiera puedas recordar el nombre del personaje principal.


Y ahora, mientras divago entre mafia y vampirismo, puedo declararme maniática, obsesionada, ansiosa por tener más tiempo para leer…Lectora Promiscua.

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