martes, 10 de febrero de 2015

Jean Racine... Francia en el #martesintelectual

Hola gente. Antes que nada, a nuestros lectores asiduos quiero pedirles una disculpa por abandonarlos a mitad de la semana pasada. Es que ya se aproximaba el día de mi cumpleaños y entre prefestejos y festejos, el cansancio y la gripa consecuencia de tanta cosa, me fue imposible escribirles. 

 Una vez elaborada dicha disculpa regresamos hoy con el #martesintelectual y como no se me ocurría gran cosa para redactarles, recordé a un autor que descubrí en mi cuarto semestre de la carrera, cuando necesitaba entregar un trabajo final para Literatura Griega y que me pareció realmente fascinante.

   Su nombre es Jean Racine. Nació en 1639 en París. Para su desgracia pocos lo conocen, a pesar de ser uno de los tres grandes dramaturgos de la época ¿La razón? fue contemporáneo de Moliere.  Cuando tenía cuatro años quedó huérfano y sus abuelos lo enviaron a una escuela religiosa dónde conocería las obras griegas en su lengua original, lo cual influyó en su obra posterior. En 1662 consigue llamar la atención del rey, lo suficiente para que se le otorgara un pago por su trabajo, esto después de escribir La fama de las musas. Moliere, interesado en su obra, representó con su compañía dos obras de su autoría. Después de un gran éxito como dramaturgo, dejó de lado su trabajo para dedicarse a uno nuevo: ser cronista del rey de Francia Luis XVI, mueriendo en 1699.

   Como pueden ver, su vida no es nada extraordinaria o trágica, tal vez ni un poco interesante en comparación con otros autores, pero lo que me importa es su obra trágica, la cual tampoco es muy grande. En realidad está inspirada en las tragedias griegas, al menos la mayoría, tres en la historia de Roma, dos de tema bíblico y una de Turquía.
   
    ¿Qué tiene de extraordinario, si ya otros han tratado las antiguas tragedias? Pues el tratamiento que da a sus personajes femeninos. En la antigüedad, las mujeres en Grecia no valían más que un mueble. No opinaban en nada, cosa que se refleja en los escritos de la época. Fue hasta la obra de Eurípides que comienzan a tener personalidad, y aunque bastante sosa en su tiempo esto no gustó. Con la obra de Racine podemos observar que estas mujeres adquieren no sólo un aspecto diferente en cuanto al carácter sino también en cuanto a las acciones. Se tornan más inteligentes, más viles, mucho más maquiavélicas. El francés nos muestra un rostro distinto de esta mujeres sumisas y abnegadas, mujeres que a lo largo de los siglos estuvieron sometidas y resignadas a un supuesto destino, que sin importar cual fuese, era un designio de los dioses. Las griegas que Racine recrea son fuertes y hasta vengativas, racionales, amorosas y en ocasiones sin escrúpulos. Su obra es la siguiente:

La Tebaida (1664)
Alejandro Magno (1665)
Andrómaca (1667)
Ifigenia (1674)
Fedra (1677)
Británico (1669)
Berenice (1670)
Mitrídates (1673)
Bayaceto (1672)
Esther (1689)
Atalía (1691)


    Si desean leer alguna de sus tragedias, les recomiendo primero que nada conseguirse una edición con notas, ya que sino se conoce el mundo de la Grecia Antigua y de la Francia de Racine, es un tanto complicado de asimilar por las innumerables referencias. También debo decirles que pueden leer su obra sin tener que leer la versión original griega, pero si realmente desean ver esos cambios tan exquisitos que hace en cuanto al original, sería bueno que se pasaran primero por los griegos, no son muy difíciles, en realidad son bastante entretenidos.  Les dejo los enlaces acostumbrados y ya saben: Share, like, RT, Fav, +1, o lo que se les ocurra ;)

Alma




   


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